La toxina botulínica ha sido utilizada con fines terapéuticos, siendo su empleo habitual en el campo de la cirugía plástica y estética. Aunque se trate de una toxina, no produce efectos colaterales adversos si su indicación y administración es supervisada por un especialista cualificado. Las cantidades utilizadas en el tratamiento de las líneas de expresión son muy pequeñas y no llegan a diseminarse por el resto del organismo.
La toxina botulínica se inyecta en los músculos seleccionados, bloquea el músculo produciendo su debilitamiento e interfiriendo en su función de contracción. Al estar el músculo en reposo, la piel que lo cubre se relaja, las líneas de expresión se suavizan disminuyendo progresivamente, y se previene la aparición de otras nuevas. La reinyección cada seis o nueve meses, puede permitir que las arrugas de desvanezcan.